Las oportunidades de aumentar la demanda agregada en esta nueva estrategia fueron y son reducidas; negociando con países relativamente pobres que tienen abundancia de mano de obra que se torna menos indispensable porque el sistema reduce los puestos de trabajo.
En la actualidad el capitalismo se parece a un buque naufragando que lo único que lo puede salvar es un sistema de seguridad social que mantenga la demanda y compense el aumento de la tasa natural de desempleo producida por el desarrollo tecnológico y en especial por la mecatrónica.
Pero aquí aparecen problemas macreconómicos hasta ahora insolubles. Como mantener la eficiencia productiva y a su vez la tasa de ganancia y los salarios reales si este sistema ya no puede financiarse ni por impuestos al capital ni al trabajo?
Porque se ha llegado allá? Porque el número de cotizantes es cada vez menor y el total de beneficiarios es cada vez mayor. Esta tendencia se agudiza cada vez más debido al desempleo tecnológico y al proceso de concentración monopolista, inherente al sistema. En estas condiciones se tiende a reducir la base cotizante. Para empeorar las cosas la tercera edad ha venido aumentando su participación en el conjunto de la población.
En otras palabras, cada vez menos personas les toca sostener a más personas. A esas pocas personas y a esas pocas empresas que van quedando, les toca una mayor carga financiera o impositiva a menos que se reduzcan los costos de operación del sistema disminuyendo su calidad y cobertura, como paso en algunos países de Europa y en USA.
Realmente no parece haber solución a la vista para esta contradicción del capitalismo.