Otra desventaja es el privilegio que tiene el estado monopolista de los trabajadores de generar un sobrecosto que carga al precio de los artículos por la necesidad de sostener la burocracia del Partido Comunista.
Todo tipo de monopolios ejercen su poder en contra del consumidor y el del Socialismo no es la excepción. No se pueden comparar los productos sino es por la importación, que el estado manipula a su antojo. Como consecuencia de ello la calidad puede desmejorarse sin que nadie tenga la información para defenderse.
Es necesario reconocer que en el socialismo se aportaron soluciones al problema anterior cuando se crearon las unidades económicas auto gestionarias organizadas como cooperativas, pero su campo de acción fue restringido por el sistema tributario y el intervencionismo, pero ello es una lección que puede practicarse en el futuro.
Una ventaja es que al no existir ingresos de la propiedad el valor agregado se distribuye entre los trabajadores que son los que lo hacen posible aunque en su esencia el valor económico o valor de cambio depende de la escasez y de la necesidad o deseo de de los compradores por los bienes, independiente si ellos tienen o no más y mejor trabajo incorporado.
Esta última característica del valor económico se manifiesta cuando intentan exportar sus bienes o enfrentar la competencia externa. Ello causo muchos descalabros al comercio exterior de los estados socialistas y perjuicios a su industria nativa, especialmente cuando se dependía del poder de compra externo para conseguir lo que no se producía interiormente.